En las salas de juntas de todo el mundo, sigue surgiendo una pregunta familiar:
¿Quién debería liderar nuestros esfuerzos en IA?
Es una pregunta razonable. A medida que la IA generativa transforma el panorama empresarial, los líderes, con toda razón, intentan determinar quién está mejor posicionado para guiar a sus empresas a través de esta transición. En respuesta, algunos se han apresurado a nombrar directores de inteligencia artificial (CAIO, por sus siglas en inglés), como si una contratación brillante pudiera desbloquear todo el potencial de la IA.
Pero este enfoque a menudo falla. El CAIO llega con gran alarde. Comienzan los proyectos piloto. Aparecen algunas demostraciones llamativas. ¿Y luego? No pasa mucho. Los proyectos se estancan. Los equipos no los adoptan. El CAIO se marcha. La junta directiva comienza a hacer preguntas difíciles.
No es porque el CAIO no sea inteligente o capaz. Es porque el puesto en sí, al menos en la forma en que se imagina actualmente, está sobrecargado y desalineado. Se parte de la suposición de que una sola persona puede unir innovación y operaciones, supervisar el cumplimiento normativo y la infraestructura, y además ofrecer resultados rápidos en toda la empresa. Esa es una descripción de puesto imposible.
Las empresas que están logrando avances reales están construyendo ecosistemas de líderes involucrados en el viaje de la IA.
LA TRAMPA DEL LÍDER SOLITARIO
Con demasiada frecuencia, el CAIO está subordinado al director de tecnología (CTO, por sus siglas en inglés) o aislado en un grupo de estrategia. Se le indica que experimente, que sea audaz, pero también que evite riesgos, que entregue valor inmediato y que garantice una transformación a nivel empresarial. En una firma global de servicios, el líder de IA creó un prototipo prometedor usando un modelo de lenguaje de gran tamaño. Pero el proyecto no prosperó. Las unidades de negocio no se involucraron desde el inicio, nunca se impartió capacitación y la nueva herramienta no se usó.
Incluso en organizaciones mejor alineadas, la presión sobre un solo líder para impulsar la transformación con IA es intensa. La junta directiva quiere que su
inversión en IA se traduzca rápidamente en ingresos; el área legal solicita límites claros; operaciones quiere automatización; marketing desea personalización. No es que estas metas sean erróneas. Pero esperar que una sola persona las cumpla todas es preparar el terreno para su fracaso.
UN ENFOQUE DE ECOSISTEMA
En las empresas donde la IA está echando raíces, el mejor liderazgo es distribuido, con muchos ejecutivos trabajando en sincronía.
La IA no es tarea de un líder solitario, sino de un ecosistema. El CEO, con claridad y participación directa, marca el rumbo para convertir la IA en estrategia empresarial.
Algunos líderes en su ecosistema de IA deben enfocarse en construir. Estos son sus ingenieros, responsables digitales o equipos de producto que experimentan con herramientas generativas. Otros deben centrarse en la integración: el director de operaciones que replantea los flujos de trabajo, el líder de soporte al cliente que reorganiza los equipos para aprovechar los nuevos sistemas de IA. Otros más deben actuar como conectores: el director financiero que vincula las inversiones con los resultados, el asesor legal general que evalúa riesgos, el director ejecutivo que garantiza que la IA esté integrada en la forma en que la organización aprende y se adapta.
Esto no requiere una burocracia compleja. La estructura importa menos que la mentalidad: la IA no es un departamento. Es una capacidad que todo el equipo de liderazgo debe asumir.
EL PAPEL CRÍTICO DEL CEO
Entre esos líderes, el CEO desempeña un papel único y fundamental.
El CEO tiene el poder de definir la estrategia, alinear los incentivos y moldear la respuesta cultural de la organización al cambio. La transformación con IA, cuando se hace bien, no se trata de la tecnología en sí. Se trata de los cambios estratégicos y operativos que permite. La estrategia de IA es su estrategia empresarial. Por eso, los CEOs no pueden delegar completamente el liderazgo en IA. Sus palabras y, más importante aún, sus acciones, señalan qué tan en serio se está tomando su empresa la transición y si el futuro incluye un lugar para cada empleado.
Los CEOs más eficaces lideran con participación directa, autenticidad, claridad y una mentalidad de crecimiento.
La autenticidad significa adaptar la adopción de IA a su propia personalidad y fortalezas. Un CEO con perfil técnico podría prototipar nuevos flujos de trabajo y compartir los resultados. Un CEO sin formación técnica podría cocrear nuevos procesos con los constructores internos y mostrar que la IA es para todos, no solo para los expertos.
La participación directa significa estar presente, no solo como patrocinador, sino como un compañero en sesiones de trabajo críticas. Significa involucrarse en proyectos piloto, asistir a hackatones y dar retroalimentación a medida que se realiza el trabajo real.
La claridad y una mentalidad de crecimiento deben definir la forma en que el CEO se comunica. Las políticas deben ser claras. Los mensajes deben ser coherentes. Y el enfoque subyacente debe estar basado en oportunidades. Se trata de ampliar el trabajo, evolucionar los roles y crear espacio para una mayor creatividad y juicio humanos.
¿QUIÉN MÁS DEBE ESTAR EN LA MESA?
Comience con un constructor. Alguien curioso, con energía por las posibilidades y dispuesto a probar nuevas ideas, incluso cuando el resultado sea incierto. Podría ser alguien que ya esté dentro de la organización, un responsable de innovación, un líder de producto o un director de ingeniería que experimenta discretamente con herramientas de IA.
La IA no se lidera en solitario: requiere constructores que innoven, socios operativos que conecten con la realidad, y estrategas que alineen con la visión. El éxito no depende de un genio aislado, sino de un liderazgo conjunto capaz de integrar, escalar y gestionar el cambio.
Pero ese constructor necesita un socio. Alguien con los pies en la tierra, en el negocio, que entienda dónde se realiza el trabajo, dónde surgen las fricciones y qué vale la pena resolver. Sin alguien que pueda ver los experimentos desde una perspectiva operativa, estos a menudo permanecerán desconectados del impacto real.
Finalmente, necesita un estratega. Alguien que pueda tomar distancia, evaluar qué iniciativas se alinean con los objetivos a largo plazo y administrar los recursos limitados para su mejor uso.
Estos líderes no necesitan tener currículums idénticos. Pero todos deben ser colaborativos. Curiosos. Tener los pies en la tierra, pero estar abiertos a reimaginar cómo funcionan las cosas. Deben tolerar la ambigüedad, pero saber cuándo enfocarse y ejecutar.
Algunos de los campeones de IA más impactantes surgen orgánicamente mediante la exposición práctica más que por selección formal. Hemos observado que muchas organizaciones aún están en etapas tempranas de madurez en IA y carecen de una comprensión práctica de lo que las herramientas actuales pueden lograr de manera realista. Una forma eficaz de cerrar esta brecha es a través de sesiones de ideación con el liderazgo que desmitifiquen los conceptos centrales, muestren ejemplos en vivo y, lo que es más importante, fomenten la experimentación práctica con herramientas como ChatGPT Pro y Claude. Estas primeras interacciones a menudo cambian mentalidades y despiertan un pensamiento más fundamentado y creativo sobre el papel de la IA en el negocio.
DISEÑAR PARA LA DURABILIDAD
Los esfuerzos en IA se estancan cuando falla la coordinación. Un modelo prometedor puede necesitar nuevos flujos de datos, rediseño de procesos, aportes legales, gestión del cambio y capacitación. Si cada uno de estos elementos está en una parte diferente de la organización, cada uno con su propia hoja de ruta y prioridades, la fricción puede ser fatal.
La clave para una integración sistémica de la IA no es solo la experimentación. Es diseñar un sistema repetible para evaluar, integrar y escalar buenas ideas. Eso significa clarificar roles: quién construye, quién integra, quién decide. Significa implementar infraestructuras ligeras, centros de excelencia, grupos de trabajo y manuales operativos que generen flujo entre departamentos, en lugar de barreras.
También significa evitar varias trampas peligrosas. En particular:
- Ignorar la gestión del cambio. Un candidato que pueda explicar cómo funcionan las redes neuronales, pero no pueda construir una narrativa, negociar riesgos o capacitar a miles de colegas, dejará intacta la resistencia cultural y no logrará un retorno de inversión.
- Acaparar las ideas. Cuando la planificación de la IA se limita a un círculo cerrado, el equipo pierde el conocimiento práctico de los empleados de primera línea.
- Malinterpretar el panorama de riesgos. Elegir a alguien que ignore la ética, la privacidad y la exposición regulatoria puede provocar crisis reputacionales o legales que eclipsen cualquier victoria inicial, erosionando la confianza del equipo ejecutivo y de la junta en todo el programa.
LIDERE EN CONJUNTO, O NO LIDERE EN ABSOLUTO
Es tentador creer que la contratación adecuada desbloqueará la IA. Pero la IA no es una actuación en solitario. Ni siquiera es un dueto. Es un cambio a nivel empresarial que toca todas las funciones.
