El escenario global actual se caracteriza por profundas tensiones sociales, desigualdades estructurales, crisis ecológicas y una creciente pérdida de confianza en las instituciones. En medio de este contexto complejo y desafiante, se vuelve evidente la necesidad de replantear los fundamentos del liderazgo y de la gestión organizacional. Los modelos económicos y administrativos tradicionales, centrados exclusivamente en la eficiencia y la rentabilidad, se han mostrado insuficientes para garantizar el bienestar integral de las personas ni el desarrollo sostenible de las comunidades. Surge así la urgencia de un nuevo paradigma que integre la ética, la dignidad humana y la búsqueda del bien común en los procesos de dirección y formación de líderes.
El modelo social de la discapacidad, impulsado desde la segunda mitad del siglo XX, sostiene que la discapacidad no reside en la persona, sino en las barreras sociales. Por ello, el derecho debe enfocarse en apoyos y salvaguardas que respeten la autonomía en lugar de sustituir la voluntad.

En este escenario de transformación, la academia latinoamericana ha dado un paso significativo. Durante el 60º Congreso de CLADEA, celebrado en Mexico – Estados Unidos, las sedes de CETYS Universidad ( Tijuana) y Universidad de San Diego (USA) durante la Asamblea General acordó la creación de la Nueva Red de Liderazgo Humanista, un proyecto que marca un hito en la región. Esta iniciativa refleja la alineación formal de la principal red de educación superior en management de América Latina con un movimiento internacional que promueve una visión ética y humanista del liderazgo.
La Red se inspira en los principios del Humanistic Management International (IHMA), organización reconocida por su aporte académico y por su compromiso con la investigación y la práctica de la gestión basada en la dignidad y el bien común. Su Manifiesto para el Futuro propone que tanto la educación como la administración deben orientarse hacia la promoción del florecimiento humano, priorizando la justicia, la responsabilidad social y la integridad en la toma de decisiones.
En el período 2026–2028, la Universidad Espíritu Santo (UEES) asumirá la coordinación de esta red a través de su Dirección de la Escuela de Postgrados en Negocios. La misión de la Red será fomentar la integración del liderazgo humanista desde la formación académica, la vinculación empresarial y la participación activa de sus estudiantes y egresados. De esta manera, las instituciones de educación superior y escuelas de negocios reafirman su compromiso con la generación de líderes capaces de contribuir, desde la ética y la responsabilidad, al bienestar colectivo y al desarrollo sostenible de la sociedad.
Por otro lado, analizado esta perspectiva desde la neurociencia y la ética en la comprensión del liderazgo, el profesor José Manuel Giménez Amaya, en sus conferencias y publicaciones académicas, especialmente, la ultima desarrollado en la Universidad de La Sabana, resalta que el verdadero liderazgo se fundamenta en la comprensión de cómo se forman los valores y cómo se toman las decisiones éticas. Desde una perspectiva interdisciplinaria que combina la neurociencia y la filosofía moral, sostiene que las emociones constituyen el punto de partida del discernimiento ético. En sus palabras, la toma de decisiones es un proceso “fecundado por una recepción de valores que es la emoción”. Esto implica que la dimensión afectiva no debe considerarse un obstáculo para la racionalidad, sino su complemento esencial.
El presente análisis, por tanto, propone una convergencia entre tres campos fundamentales: el liderazgo humanista, la ética de la virtud y la neurociencia, los cuales configuran una base sólida para el nuevo paradigma educativo y organizacional que la sociedad demanda.
Formar líderes éticos implica desarrollar hábitos emocionales y cognitivos que permitan respuestas empáticas y virtuosas ante dilemas actuales.

1. La dignidad como eje innegociable del liderazgo y la neuroética
El movimiento de Humanistic Management, liderado por el Dr. Michael Pirson del IHMA, sitúa la dignidad humana y el bien común como los objetivos centrales de toda organización. Esta perspectiva busca trascender la visión instrumental del ser humano, considerándolo no como un medio para el éxito empresarial, sino como su fin último. En esta misma línea, la académica Donna Hicks, asociada de la Universidad de Harvard, define la dignidad como el “máximo común denominador de la humanidad”. Su Modelo de Dignidad, compuesto por diez elementos esenciales, se convierte en un marco de referencia ético aplicable al liderazgo, la educación y la gestión.
Desde la neuroética, Giménez Amaya subraya que el ejercicio del liderazgo ético tiene una base biológica. Las experiencias emocionales dejan huellas duraderas en la estructura cerebral, las cuales facilitan el desarrollo de capacidades morales y sociales. Así, el líder humanista debe aprender a educar sus emociones, canalizándolas como catalizadores de la acción moral. Este proceso implica integrar la percepción sensorial y la emoción dentro de un marco cognitivo e intencional que oriente sus decisiones hacia el bien común.
En consecuencia, la formación de líderes éticos no se limita al aprendizaje teórico de principios morales, sino que exige la construcción de hábitos emocionales y cognitivos que permitan una respuesta empática y virtuosa ante los desafíos éticos contemporáneos.
2. La ética de la virtud como brújula del florecimiento humano
Las investigaciones recientes en los principales journals internacionales destacan la ética de la virtud como una tendencia clave en los modelos de liderazgo actuales. Esta corriente, inspirada en la tradición aristotélica, se centra en el desarrollo del carácter moral y de las disposiciones virtuosas que conducen al florecimiento humano o eudaemonía.
Autores como Domenec Melé, así como el propio Giménez Amaya, han retomado las éticas aristotélicas contemporáneas de pensadores como Alasdair MacIntyre, Martha Nussbaum y Robert Spaemann, para plantear que las virtudes —prudencia, justicia, fortaleza, templanza— deben ser entendidas como habilidades prácticas que se cultivan dentro de una comunidad con fines compartidos.
En especial, MacIntyre critica el individualismo y el emotivismo característicos de la modernidad, que reducen la moral a la expresión subjetiva de preferencias personales. Su propuesta sostiene que la vida ética solo puede desarrollarse en el marco de comunidades con propósito, donde las virtudes se practican en relación con otros. Desde esta visión, el liderazgo humanista se alinea con la búsqueda del florecimiento colectivo, reconociendo la vulnerabilidad y la interdependencia humana como la base del deber de cuidado mutuo.
El liderazgo ético, por tanto, no se limita a la rectitud personal, sino que implica crear entornos organizacionales donde las virtudes puedan florecer, promoviendo el respeto, la empatía y la colaboración como pilares de una cultura institucional saludable.
La educación debe incorporar emoción, empatía y reconocimiento de la dignidad para formar líderes con responsabilidad moral y social.

3. Tendencias emergentes y su impacto en la toma de decisiones
La convergencia entre neuroética, ética de la virtud y liderazgo humanista tiene implicaciones directas tanto en el ámbito empresarial como en el educativo. En la práctica empresarial, este enfoque redefine la noción de éxito. Las decisiones no deben evaluarse únicamente por su rentabilidad económica, sino por su capacidad de promover el bienestar integral de las personas y de las comunidades. En esta línea, el Club de Roma propone una mirada sistémica que sustituya el paradigma de la maximización del beneficio por el de la sostenibilidad y el florecimiento humano a largo plazo.
En el contexto educativo, la ética de la virtud requiere una racionalidad ampliada que integre la emoción, la empatía y la escucha activa. La educación debe fomentar la comprensión mutua y el reconocimiento de la dignidad compartida, elementos esenciales para formar líderes que actúen con responsabilidad social y sentido moral.
Asimismo, las futuras líneas de investigación deberán enfocarse en modelos integrados y transculturales de florecimiento humano, así como en el desarrollo de inteligencias artificiales éticamente orientadas. Estas tecnologías deben promover la empatía, la adaptabilidad y la deliberación moral, evitando la deshumanización de los procesos de decisión.
El liderazgo humanista, sustentado en la ética de la dignidad y la ética de la virtud, e iluminado por los avances de la neuroética, se presenta como el imperativo moral y estratégico del siglo XXI. La creación de la Red de Liderazgo Humanista de CLADEA, coordinada por la UEES, constituye una respuesta concreta a la necesidad de repensar los modelos de liderazgo en función del florecimiento humano.
El bienestar y el desarrollo de las comunidades no pueden alcanzarse únicamente mediante la acumulación de riqueza o el logro de la eficiencia operativa. Requieren la práctica constante de las virtudes y la construcción de relaciones basadas en la confianza, el respeto y la cooperación. Tal como señala Arthur Madigan en Éticas Aristotélicas Contemporáneas, la tradición aristotélica demanda una agenda educativa que confronte los desafíos morales de nuestro tiempo.
En definitiva, los líderes y las instituciones de educación superior tenemos la responsabilidad de convertirnos en guardianes de la dignidad humana. Esto implica cultivar virtudes que, como observa Giménez Amaya, dejan una huella biológica en el cerebro, configurando una disposición natural hacia el bien. La acción ética, entonces, deja de ser una imposición externa para transformarse en una respuesta espontánea, auténtica y eficaz en la construcción del bien común.
Referencias
- Giménez Amaya, J. M., & Villanueva Cruz, E. (2018). Éticas aristotélicas contemporáneas: Alasdair MacIntyre, Martha Nussbaum, Robert Spaeman. Ediciones Universidad de Navarra (EUNSA).
- Hicks, D. (2018). Dignity: Its essential role in resolving conflict. Yale University Press.
- MacIntyre, A. (2009). Tras la virtud (R. R. Aramayo, Trad.). Editorial Crítica. (Obra original publicada en 1981).
- Melé, D. (2012). Management in three dimensions: Human, moral and Christian perspectives. Palgrave Macmillan.
