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RUKITO: LA CONSTANCIA DETRÁS DE UN ÉXITO ECUATORIANO

UN INVITADO QUE INSPIRA DESDE LA SENCILLEZ

Los Encuentros Eureka son un espacio para que destacados empresarios compartan su trayectoria y aprendizajes gestionados por el Centro de Emprendimiento Eureka de la UEES. En esta ocasión, tuvimos como invitado a Julio Chang, fundador y gerente general de Rukito, popular cadena de restaurantes de comida a la parrilla; también de Prego y FibyDog. Lo interesante es que no llegó con un discurso ensayado ni con frases de manual; habló con naturalidad, con la misma cercanía que transmite en redes sociales, y desde el primer momento logró conectar con la audiencia.

“Bello, bello” es una frase insignia de Julio, la cual repitió al saludar, fiel a su estilo. Con humor confesó que hablar frente a tanta gente lo ponía nervioso. “No es lo mismo grabarse en TikTok que tener tantas miradas encima”, comentó Julio. Esa sinceridad no lo hizo verse menos preparado, al contrario: lo mostró humano y auténtico. Así arrancó una charla en la que no solo compartió la historia de su negocio sino también aprendizajes sobre esfuerzo, constancia y trabajo en equipo.

El nombre Rukito no fue creado en una agencia de marketing. Nació de un apodo escolar que con el tiempo se convirtió en una marca que miles de ecuatorianos hoy asocian con comida deliciosa y un trato cercano. Esa anécdota muestra la esencia de Julio: construir desde la autenticidad.

Con la idea de ofrecer platos típicos, entendió que debía darle un giro diferente a lo que ya existía. Inspirado en La vaca púrpura[1], un libro de marketing que leyó en la universidad, decidió arriesgarse y mezclar la sazón costeña con sabores chinos heredados de su madre. Así, ingredientes como el anís estrellado, el jengibre o la canela, poco comunes en la cocina guayaquileña, entraron en la propuesta de Rukito. Al inicio hubo críticas, pero pronto las largas filas de clientes demostraron que su intuición había sido acertada.

LA ESTANDARIZACIÓN COMO SECRETO DEL CRECIMIENTO

Uno de los mensajes más meritorios fue la importancia de la estandarización de procesos. Julio explicó que un restaurante no puede depender del estado de ánimo del cocinero ni de la improvisación. Por eso, desde sus inicios decidió medir las porciones y registrar cada receta, aunque al principio su planta de producción fuera apenas el patio de su casa cubierto de cerámica.

Esa disciplina le permitió años después montar una planta moderna con control de temperatura y sistemas de desinfección con ozono. Gracias a eso, cuando recibe críticas en redes sociales, puede responder con hechos: “Si alguien me critica, yo puedo demostrar con procesos y controles que la calidad está garantizada”, mencionó Julio.

UN EQUIPO QUE SE SIENTE COMO FAMILIA

Julio también habló de su equipo y la cultura organizacional única que ha construido a lo largo del tiempo. En Rukito no solo se cocina: se celebran noches de gala, se organizan olimpiadas internas y hasta se comparten bromas. Su filosofía es clara: “Cuando tratas bien a la gente, la gente cuida tu negocio”, lo dijo con convicción.

Esa forma de liderar ha creado un ambiente en el que los trabajadores se sienten parte de algo más grande que un restaurante. Los detalles humanos —un reconocimiento, una celebración, un espacio para reír— son tan importantes como la receta de la menestra o el corte de la costilla. Esa visión, es una lección clara para quienes buscamos liderar equipos en cualquier área.

INNOVAR EN MEDIO DE LA CRISIS

La pandemia puso a prueba su creatividad. Mientras muchos negocios cerraban, Julio decidió innovar. Inspirado en la película sobre McDonald´s[2], creó el AutoRukito, un servicio en el que los clientes recibían su comida en el carro, sobre una mesa diseñada para encajar en el volante. La idea nacida de la urgencia, se transformó en un símbolo de resiliencia y adaptabilidad.

Su mensaje fue claro: no hay que esperar el momento perfecto, sino actuar y corregir en el camino. En tiempos de crisis, la innovación puede marcar la diferencia.

Aunque Rukito es su marca más conocida, Julio también compartió sus otros emprendimientos: Prego y FibyDog. Ambos reflejan su gusto personal: “Yo hago lo que a mí me gustaría ir a comer”, comentó. Así recuperó un hot dog con cebolla que ya no se encontraba en Guayaquil o tenía que esperar a que lo invitaran a una matiné, y creó sánduches que lo motivaban a innovar.

El consejo implícito para los emprendedores fue claro: no basta con seguir tendencias. Se necesita pasión porque solo así se puede sostener la energía que un negocio demanda.

AUTENTICIDAD EN REDES Y CONSEJOS DE VIDA

En redes sociales, Julio se muestra como es: natural, transparente y sin miedo a reírse de sí mismo. Comparte procesos, responde comentarios y da a conocer el lado humano detrás de su trabajo. Esa autenticidad, que podría parecer arriesgada, se ha convertido en una de sus mayores fortalezas. Reconoce que no todos los apoyan, pero prefiere enfocarse en el 80% que sí cree en su propuesta y no desgastarse intentando agradar a todos.

Como consejos para los jóvenes, dijo: “Compararse solo trae infelicidad”, animándonos a enfocarnos en nuestros procesos en lugar de copiar lo que hacen los demás. Cada camino es distinto y cada emprendimiento tiene su propio ritmo.

También enfatizó que no se debe emprender solo por dinero. Si el dinero es la motivación principal, la frustración llega rápido. “Si lo haces por pasión, siempre ganas algo, incluso cuando las cosas no salen como las planeabas”, afirmó.

Otro mensaje clave fue el valor del círculo cercano. Rodearse de personas que apoyen el crecimiento —familia, amigos, pareja— es fundamental. “Tu entorno no puede ser un ancla, debe ser un impulso”, expresó. Finalmente, animó a los jóvenes a perder el miedo a equivocarse: los errores no significan fracaso, sino aprendizaje.

Julio Chang cerró su intervención con una frase que resume su filosofía: “No me siento exitoso, pero sí un trabajador incansable.” Su historia demuestra que emprender es un camino de constancia, disciplina y pasión. No se trata de esperar el momento perfecto, sino de actuar, aprender y seguir intentando.

UN MOTOR DE INSPIRACIÓN

El caso de Rukito va más allá de una marca de comida. Es la historia de cómo la autenticidad, la organización y la pasión pueden transformar un sueño personal en un proyecto que impacta a toda una comunidad.

Julio Chang no habló desde la teoría, sino desde la práctica. Nos recordó que el éxito no se mide por la fama, sino por la constancia y la capacidad de aprender en el camino. Su mensaje fue claro: si trabajas con corazón y propósito, cualquier idea puede trascender.


[1] Godin, S. (2008). La vaca púrpura. Gestión 2000.

[2] Hancock, J. L. (Director). (2016). Hambre de poder [Película]. 20th Century Fox.