Recientemente, el profesor Ricardo Hausmann vino al Ecuador, y advirtió que el Ecuador no crece, porque se ha impuesto candados propios.
Esto hace referencia a la gran cantidad de problemas estructurales, y profundos, que tiene la economía del Ecuador, y que han hecho que durante los 25 años de la dolarización hayamos estado muy por debajo del crecimiento potencial de nuestra economía. Y, siendo los problemas sociales más graves fundamentalmente de raíz económica, entonces no los hemos podido resolver.
Los gobiernos, uno tras otro, no han logrado resolver estos problemas, pues los grandes desajustes estructurales implican un costo político que nadie quiere asumir.
Una cosa es el alcoholismo en los países nórdicos, o el alto índice de depresión en una nación desarrollada. Son problemas sociales, que no se originan en la pobreza. Otra cosa es la falta de vivienda, de educación, de salud, de oportunidades de trabajo. Esos problemas sociales de nuestro país son realmente problemas económicos.
Los gobiernos, uno tras otro, no han logrado resolver estos problemas, pues los grandes desajustes estructurales implican un costo político que nadie quiere asumir. Se han venido postergando ya por décadas decisiones, que rayan en una irresponsabilidad ética de toda la sociedad.
Pero dentro de todos los diagnósticos que conocemos; subsidios regresivos, mala estructura de tasas de interés, déficit fiscal indomable, crecimiento más allá de lo prudente de la deuda pública, quiebra actuarial del sistema de pensiones, y muchos otros problemas más, destaca con clara luz de esperanza y optimismo, el gran crecimiento del sector exportador privado.
De hecho, su comportamiento ha sido notable. Si vemos el cuadro que presentamos a continuación, podemos ver que ese crecimiento es mayor al crecimiento del comercio mundial, es mayor al crecimiento del PIB, y es mayor al crecimiento de las exportaciones de casi todos los países de la región.
Exportaciones no petroleras del Ecuador (en miles USD), acumulado de enero a abril

Fuente: Banco Central del Ecuador / Elaboración: CESDE: María Emilia Luna
¿Y por qué debemos estar optimistas? Porque esto confirma una tendencia histórica, de este, nuestro pequeño gran país.
Mucho antes de la existencia del canal de Panamá, allá por la década de los 1860, un arriesgado comerciante guayaquileño envió a consignación una carga de tagua al puerto de Hamburgo. Ese valiente riesgo generó luego una próspera actividad, y el Ecuador se transformó en el primer país exportador de madera de tagua (el mármol vegetal) del mundo.
Pocas décadas después, compitiendo con países que estaban mucho más cerca de los centros de consumo de Europa y la costa este de los EEUU, los empresarios ecuatorianos usando básicamente los ríos Daule y Babahoyo como vías de transporte, comenzaron la exportación de cacao, y lograron posicionar a nuestro país, como el primer exportador de cacao del mundo.
Los gobiernos, uno tras otro, no han logrado resolver estos problemas, pues los grandes desajustes estructurales implican un costo político que nadie quiere asumir.
Luego apareció el banano, y cuando la ineficiencia del estado impedía y no daba facilidades para que las plantaciones de Gros Michel fueran substituidas por el Cavendish, variedad más resistente a la Sigatoka, los bananeros lo trajeron de todas maneras, casi que de contrabando, y transformaron las plantaciones, haciendo que el Ecuador se convirtiera en el primer exportador del mundo de banano.

La historia del camarón, de notable éxito, y que también nos ubica como el primer exportador del mundo, las rosas de altura, son otros ejemplos, de una capacidad y una dinamia particular para penetrar el mercado mundial.
Pero el incremento de las exportaciones privadas no solamente se debe al camarón, al cacao, al banano, los productos de la pesca, y las rosas. Han aparecido un sinnúmero de productos, que poco a poco van haciendo que más emprendedores ecuatorianos penetren el mercado mundial.
Por ello, a pesar de los candados, a pesar de los problemas estructurales, tenemos fe en la capacidad del Ecuador para afrontar todos los obstáculos que tenemos por delante, en base a esa gran capacidad que ha demostrado a través de la historia de aceptar el reto que le plantea el mercado mundial, tomar ese reto, y responder con éxito.
En el caso del camarón, no solamente tomamos el reto. El país fue quien lideró siempre los aspectos tecnológicos, la evolución de los cultivos y las mejoras en la productividad. Por ello, no solamente sabemos tomar lo que el mercado pide, sino adelantarnos con tecnología y capacidad de producción.
Hay seguir mirando hacia afuera, y confiar en nuestras raíces, en nuestra “genética exportadora”, que hoy abarca muchos productos y que promete abrir la ventana del éxito al país.